La vida de Norma Bellini (73) cambió bruscamente el 31 de enero de 2022 cuando una bomba molotov provocó el incendio de su local de antigüedades, un proyecto que había planificado para atender después de su jubilación. El evento inauguró una etapa infinita de agresiones, atentados, amenazas y hostigamientos.

Pero la abogada de familia, que ejerce la profesión desde hace más de 35 años, perdió la paz un tiempo atrás. Desde mediados de 2020, se convirtió en blanco directo de un eslabón de ataques por parte de la ex pareja de una clienta suya, víctima de violencia de género, cuyo patrocinio asumió en septiembre de 2019. A pesar de las reiteradas denuncias, las restricciones perimetrales no se cumplieron y el agresor sigue en libertad.

Hoy, convive con cámaras de seguridad y con un botón antipánico. Necesita tomar antidepresivos y medicación para conciliar el sueño. “Estoy transitando este infierno como puedo, sin saber de dónde vendrá la próxima agresión o venganza. Vivo con miedo, pero no me paraliza porque soy de trinchera. Por eso, hice todo lo que pude para llegar a esta instancia y ponerle un freno a esta impunidad”, cuenta Norma, en diálogo con Clarín.

Finalmente, tras una serie de sucesos que lo fueron dilatando, comenzó el juicio oral y público que tendrá a Diego Martín Siciliano, la ex pareja de la mujer que Bellini empezó a defender por una denuncia de violencia de género, en el banquillo de acusados. La cita tendrá lugar a las 9 en el Juzgado Penal Contravencional y de Faltas N° 12, a cargo de Juan Manuel Neumann.

Ana Laura Palmucci, la abogada que tomó el caso de Norma desde enero de 2025, le comenta a Clarín: “Por los hostigamientos y amenazas, el expediente se convirtió en una cuestión de género. En el debate se van a desarrollar varios delitos (entre ellos; daños, incendio, amenazas simples, desobediencia e intimidación agravada por mediar desigualdad de género) que versan desde 2020 hasta finales de 2023”.

Norma Bellini, la abogada de una mujer que sufría víctima de género y ahora es hostigada por la ex pareja de su clienta.

En principio, están previstas 4 audiencias, pero podrán extenderse de acuerdo a la prueba que se vaya ventilando en el juicio. Hay más de 40 testigos, varias pericias, registros fílmicos, fotografías, chats y capturas de pantalla. “Necesito el apoyo de la Justicia. Espero una sentencia ejemplar y de cumplimiento efectivo que les sirva a los abogados para poder seguir defendiendo a las víctimas de violencia de género”, señala Norma.

El tormento por una ira sin frenos

Norma denuncia que los extraños sucesos comenzaron a mediados del 2020. El 9 de octubre de ese año, le pinchó una goma del auto. El camionero que la asistió advirtió que los bulones de las cubiertas habían sido aflojados. “Viajaba con toda mi familia y casi nos matamos en la ruta 6. En ese momento, todavía no me daba cuenta de qué estaba pasando”, dice Norma. A los pocos días, el baúl del vehículo apareció martillado.

Durante los seis meses posteriores a la bomba molotov, Siciliano violó reiteradamente la restricción de acercamiento que había dictaminado la Justicia. El 14 de febrero de 2022, apenas diez días después del incendio, volvió a atacar: bajó de su auto y, con una gomera, destrozó la nueva vidriera del local. Todas las situaciones fueron denunciadas como violaciones a la perimetral, ninguna tuvo consecuencias judiciales.

“A medida que las acciones en el ámbito judicial iban surtiendo efecto, y que Laura iba recuperando su vida, comenzó el castigo hacia mí y mi familia”, asegura. Y refiere que las cuestiones se fueron agravando a partir del 29 de noviembre de 2021, cuando la Justicia le notificó a Siciliano el requerimiento a juicio por incumplimiento de los deberes de asistencia familiar y dictó embargos sobre sus bienes.

Y en esta dirección, el 15 de agosto de 2022 su vida se tiñó de angustia. Recibió un mensaje de Whatsapp que la marcó a fuego. Desde un número desconocido con característica de Rosario, amenazaron de muerte a su hijo y le enviaron 20 fotografías con seguimientos personales a ella y a todo su círculo íntimo, en diferentes momentos y lugares. Las imágenes incluían escenas familiares tomadas a escondidas y en fechas claves, como una cena de Nochebuena. “Sentí que me moría”, expresa.

Cuando se investigó al titular de la línea, la empresa de telefonía informó una ubicación en un barrio periférico de Rosario y como titular a un familiar directo del jefe de una banda de narcotraficantes de esa ciudad.

“Ante mi sorpresa y asesorada por mi abogado penalista, acudí a un investigador privado que reveló el ardid. La ex pareja de Laura había puesto una línea de teléfono mediante la modalidad ‘swing swaping’ a nombre de esta persona de Rosario, se trasladó a esa ciudad y mandó el mensaje él haciéndose pasar por el jefe de esa banda de Rosario, todo ello con el objetivo amedrentar y de generar pánico”, dice.

“En esta instancia, renuncié a la defensa de mi clienta. Ingenuamente creí que así terminarían las agresiones hacia mí, pero me equivoqué: para el violento no existen los escrúpulos morales, toma como víctimas a inocentes que ni siquiera conoce con el objetivo de provocar daño”, comenta.

Destrozos en el local de un familiar de Norma.Destrozos en el local de un familiar de Norma.

Y suma un nuevo punto de inflexión: “Desde agosto del 2022, se dedicó a atacar la vida de mi hijo y de su esposa, destrozando vidrieras de negocios, quemando con ácido el auto y tajeando las cubiertas en el domicilio de mi hijo”, lamenta.

Tormento y calvario

“En estos años me ha tocado intervenir en todo tipos de situaciones, pero nunca creí que llegando a los últimos años del ejercicio de mi carrera profesional la vida me iba a enfrentar a semejante pesadilla”, se angustia.

En búsqueda de protección, Norma recorrió distintas instituciones. El respaldo más concreto, dice, lo encontró en la Secretaría de la Mujer del Gobierno de la Ciudad. “Se movieron muy rápido y le dieron intervención a la Justicia civil. Ahí se dictó una medida de no acercamiento, una restricción perimetral, que igual violó”, explica.

También acudió al Colegio Público de Abogados, pero no encontró allí el resguardo que esperaba. Si bien cuenta con el apoyo de su familia y amistades cercanas, sabe que en su entorno gobiernan expresiones de descreimiento.

“Hace 30 años que vivo acá, pero cuando pasó lo del incendio, los vecinos me preguntaron ‘en qué andas que te quemaron el negocio’. Es que nadie entiende y es muy difícil de explicar cómo no hay culpables detenidos, ni siquiera un día demorado, habiendo violado infinidad de veces las restricciones impuestas por la Justicia en distintos fueros”, dice, molesta, con la situación.

¿Qué reflexión te deja este doble rol: de ser defensora a víctima? “Comprender más la empatía por la mujer víctima de violencia. Entiendo más las faltas de respuestas tras golpear todas las puertas. Espero que este caso sirva para generar un foco de atención, una mirada de contención, para obtener Justicia”, expresa.



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